viernes, 25 de agosto de 2023

ARDILLA ROJA

 


La ardilla roja (Sciurus vulgaris) gana terreno, o será mejor decir que recorre nuevas alturas, en la Loma de Úbeda. Es fácil verla en los jardines del Alférez Rojas, en el bosquezuelo de Merca-Úbeda y en cualquier otra zona donde haya algo de pinar y puedan roer piñones, almendras, nueces..., aunque estos inteligentes roedores no dudan en descender de los árboles para recoger alimento y, además de semillas y frutos secos, consumen también insectos, huevos y aves.



Las ardillas rojas europeas no invernan, sino que se mantienen activas en "el tiempo airado" gracias a las despensas que, como las hormigas, han acumulado en oquedades de árboles o de rocas o en agujeros del suelo tras la abundancia del buen tiempo. Tienen cuatro dedos en cada mano y cinco en las patas.

Si las persiguen los gatos, trepan rápidamente a lo más alto del pino o del nogal, baten el rabo y producen ruidos estrepitosos. La cola puede convertirse en un inquietante interrogante.



Construyen nidos esféricos con dos salidas, por si acaso uno mayor y otro, que pueden cerrar desde el interior. Tapizan el mismo con musgo, hojas, paja o líquenes. Son capaces de nadar con soltura usando la cola como timón.

Cada hembra puede dar a luz tres o cuatro crías, o más, y dos veces por año, después de una gestación de 38 o 39 días. Son bastante promiscuas. Viven unos cinco años aunque pueden durar más en cautividad. Actualmente se reconocen 23 subespecies de ardillas rojas.

En  Inglaterra están siendo desplazadas por la ardilla gris americana.