Tanto el nombre del género como el de la especie refieren al olor de betún que exuda esta fabácea. Linneo la describió como Psoralea bituminosa. Es nativa de la cuenca Mediterránea y las islas Canarias. Tiene muchos nombres populares: betunera, hierba cabruna (seguramente porque se plantó o usó para forraje), trébol hediondo...
Sus Hojas son las que huelen a petróleo, imparipinnadas con 3 folíolos peciolados; folíolos de formas muy variables y provistos de pelos y glándulas.
Se tuvo por planta venenosa, pero de ella se obtienen en la actualidad compuestos de interés farmacéutico. Lo que no mata engorda. Además, estabiliza suelos contaminados por metales pesados o degradados.
Los canarios, que cuentan con una variedad endémica, la usaron triturada para cortar hemorragias. Y las florecillas de esta leguminosa, sobre largo pedúnculo, de corola azul-violeta, raramente púrpuras, tienen su encanto, también para la mariposa golosa que aparece abajo libando en ellas: Lampides boeticus.
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